La
agresividad del niño puede manifestarse con palabras (el niño
contesta mal, grita o insulta) o con actos (rompe cosas o golpea a
las personas). En la mayoría de los casos, el niño se desahogará
con la simple agresión verbal. La conducta agresiva indica que el
niño tiene celos, se siente incomprendido o tratado injustamente o
sufre falta de atención.