Jesús, en Mateo 25 nos
enseña que lo que hagamos o no hagamos con los enfermos lo hacemos o
no lo hacemos con Él. Y hay enfermos cuya relación con ellos(as)
nos resultan más difíciles, desagradables y requieren de nosotros
mucho amor y paciencia... Algunos de ellos(as) son los que tienen
trastorno de la personalidad...
Los individuos con personalidades patológicas tienen en común las siguientes características generales:
1) Se les dificulta
adaptarse a las exigencias del medio, esto se debe a las
deformaciones que una percepción altamente contaminada por el mundo
subjetivo hace de la realidad y a la forma rígida como se
relacionan.
2) Tienen tendencia a
crear las condiciones y a establecer relaciones que perpetúan los
conflictos.
3) Ofrecen escasa
estabilidad y poca resistencia ante las situaciones de tensión.
4) Se perciben a sí
mismos como inferiores o superiores a los demás.
5) Suelen ver al mundo
como algo básicamente hostil ante el cual hay que someterse o tratar
de dominarlo….Algunas personalidades patológicas presentan además
otras características que permiten clasificarlas en varios tipos
diferentes. Se las conoce con el nombre de “trastornos de la
personalidad y del comportamiento del adulto”. Estas alteraciones
tienen relevancia clínica por si misma, tienden a ser persistentes,
son la expresión de un estilo de vida y de la manera característica
que el individuo tiene de relacionarse consigo mismo y con los demás.
Algunas de estas alteraciones y modos de comportamiento aparecen en
estadios precoces del desarrollo del individuo, como resultado tanto
de factores constitucionales como de experiencias vividas, mientras
que otros se adquieren más tarde a lo largo de la vida (CIE10).
Las alteraciones de
la personalidad son la estructura básica sobre la cual se
desarrollan casi todas las enfermedades neuróticas y psicóticas,
pero en algunos casos esto no ocurre y el individuo no solicita ayuda
porque no siente malestar, a pesar de que pueden darse cuenta de lo
inadecuado de su conducta, piensan que ellos son así y que no
necesitan cambiar porque se encuentran identificados con esos
patrones de comportamiento; se dice entonces que sus síntomas son
egosintónicos. Si se descompensan y presentan crisis aceptarán
ayuda pero tan pronto mejoran abandonan el tratamiento sin intentar
cambiar sus patrones de personalidad.
Estos tipos de trastornos
de la personalidad abarcan formas de comportamiento duraderas y
arraigadas en el enfermo, que se manifiestan como modalidades
estables de respuestas a un amplio espectro de situaciones
individuales y sociales. Representan desviaciones extremas, o al
menos significativas, del modo como el individuo normal en una
cultura determinada percibe, piensa, siente, y sobre todo se
relaciona con los demás. Estas formas de comportamiento tienden a
ser estables y a abarcar aspectos múltiples de las funciones
psicológicas y del comportamiento.
Con frecuencia, aunque no
siempre, se acompañan de grados variables de tensión subjetiva y de
dificultades de adaptación social. Se incluyen trastornos graves del
carácter constitutivo y de las tendencias comportamentales del
individuo, que normalmente afectan a varios aspectos de la
personalidad, que casi siempre se acompañan de alteraciones
personales y sociales considerables. Tienden a presentarse en la
infancia y la adolescencia y a persistir durante la edad adulta. Por
ello es probable que un diagnóstico de trastorno de la personalidad
sea adecuado antes de los 16 años (CIE10).
En la mayoría de los
casos los individuos poseedores de personalidades normales,
desde su nacimiento tienden a presentar un patrón de reacción cuyas
características son: tendencia a la placidez, a ser regulares en sus
hábitos, a tener buen apetito, sueño tranquilo, salud, facilidad
para la risa y la relación gratificante con sus padres, se
desarrollaron en medio de hogares donde, a pesar de conflictos
circunstanciales, prima la relación de amor, la estabilidad, la
satisfacción de las necesidades básicas, la actitud protectora y
permisiva, donde se le facilita la exploración del medio sin muchas
prohibiciones ni sobreprotección.
Estas personas presentan
las siguientes características generales:
1) Una gran capacidad
para adaptarse a las exigencias de la realidad, esto es posible
gracias, por una parte a la facilidad para percibir el mundo exterior
con el mínimo de desfiguración catatímica (o sea, no muestra
posturas extrañas, inmovilidad, actividad motora excesiva) y, por la
otra, a una gran flexibilidad y fluidez de la conducta.
2) Habilidad para crear
condiciones y establecer vínculos que sean gratificantes.
3) Gran resistencia para
soportar las situaciones de tensión, son capaces de mantenerse
estables aún en condiciones muy adversas.
4) Sienten que ellos
están bien y esto es confirmado por las personas que los conocen.
5) Perciben el mundo como
un todo armónico donde los opuestos se contrarrestan, y a pesar de
todos los sinsabores hay lugar al disfrute y al goce.
Personalidades
Patológicas: En un caso extremo se pueden dar las condiciones
opuestas a las personalidades normales. Desde el nacimiento los niños
presentan un patrón de reacción intranquilo, irritable, irregular
en sus hábitos, enfermizo y desagradable en su trato; crecen en
hogares donde la pauta es el conflicto, la agresión, la falta de
amor o el amor condicional; son víctimas de maltratos frecuentes o
sobreprotecciones limitantes; tienen que pelear, competir, manipular
o aislarse para sobrevivir; las normas son muy severas o muy
variables, existen contradicciones, hay poca estabilidad en los
comportamientos y muy poca confianza entre los miembros de la
familia.
En condiciones así el
niño se formará la idea de que no es aceptado, ni querido, motivo
por el cual sentirá que él está mal y el mundo es hostil; tenderá
a percibir el lado negativo de las cosas, lo cual reforzará sus
convicciones y en situaciones placenteras dudará, a la espera de que
en cualquier momento se manifieste “lo malo”. Tendrá la
tendencia a ser sumiso o rebelde y a establecer relaciones
conflictivas donde la pauta sea la desconfianza, la agresión y la
manipulación, así crea las condiciones para la perpetuación de los
problemas y el malestar. Debido a todo esto dudará acerca de sus
capacidades y se defenderá de muy diversas formas, pero en general,
sentirá la crítica como una agresión y se cerrará ante ella; no
podrá autoevaluar objetivamente su conducta y esto le dificultará
cambiar, tenderá entonces a ser rígido y a proyectar sobre los
demás sus errores, todo lo cual lo hará frágil ante las
situaciones de estrés.
Primera
parte del programa radial Espiritualidad, familia y adicciones del
10-10-2013,
puede descargar y escuchar el programa completo desde el enlace
PROGRAMA RADIAL.
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