jueves, 6 de agosto de 2015

Los trastornos de la personalidad y las adicciones.

Jesús, en Mateo 25 nos enseña que lo que hagamos o no hagamos con los enfermos lo hacemos o no lo hacemos con Él. Y hay enfermos cuya relación con ellos(as) nos resultan más difíciles, desagradables y requieren de nosotros mucho amor y paciencia... Algunos de ellos(as) son los que tienen trastorno de la personalidad...









Los individuos con personalidades patológicas tienen en común las siguientes características generales:
1) Se les dificulta adaptarse a las exigencias del medio, esto se debe a las deformaciones que una percepción altamente contaminada por el mundo subjetivo hace de la realidad y a la forma rígida como se relacionan.
2) Tienen tendencia a crear las condiciones y a establecer relaciones que perpetúan los conflictos.
3) Ofrecen escasa estabilidad y poca resistencia ante las situaciones de tensión.
4) Se perciben a sí mismos como inferiores o superiores a los demás.
5) Suelen ver al mundo como algo básicamente hostil ante el cual hay que someterse o tratar de dominarlo….Algunas personalidades patológicas presentan además otras características que permiten clasificarlas en varios tipos diferentes. Se las conoce con el nombre de “trastornos de la personalidad y del comportamiento del adulto”. Estas alteraciones tienen relevancia clínica por si misma, tienden a ser persistentes, son la expresión de un estilo de vida y de la manera característica que el individuo tiene de relacionarse consigo mismo y con los demás. Algunas de estas alteraciones y modos de comportamiento aparecen en estadios precoces del desarrollo del individuo, como resultado tanto de factores constitucionales como de experiencias vividas, mientras que otros se adquieren más tarde a lo largo de la vida (CIE10).


Las alteraciones de la personalidad son la estructura básica sobre la cual se desarrollan casi todas las enfermedades neuróticas y psicóticas, pero en algunos casos esto no ocurre y el individuo no solicita ayuda porque no siente malestar, a pesar de que pueden darse cuenta de lo inadecuado de su conducta, piensan que ellos son así y que no necesitan cambiar porque se encuentran identificados con esos patrones de comportamiento; se dice entonces que sus síntomas son egosintónicos. Si se descompensan y presentan crisis aceptarán ayuda pero tan pronto mejoran abandonan el tratamiento sin intentar cambiar sus patrones de personalidad.

Estos tipos de trastornos de la personalidad abarcan formas de comportamiento duraderas y arraigadas en el enfermo, que se manifiestan como modalidades estables de respuestas a un amplio espectro de situaciones individuales y sociales. Representan desviaciones extremas, o al menos significativas, del modo como el individuo normal en una cultura determinada percibe, piensa, siente, y sobre todo se relaciona con los demás. Estas formas de comportamiento tienden a ser estables y a abarcar aspectos múltiples de las funciones psicológicas y del comportamiento.
Con frecuencia, aunque no siempre, se acompañan de grados variables de tensión subjetiva y de dificultades de adaptación social. Se incluyen trastornos graves del carácter constitutivo y de las tendencias comportamentales del individuo, que normalmente afectan a varios aspectos de la personalidad, que casi siempre se acompañan de alteraciones personales y sociales considerables. Tienden a presentarse en la infancia y la adolescencia y a persistir durante la edad adulta. Por ello es probable que un diagnóstico de trastorno de la personalidad sea adecuado antes de los 16 años (CIE10).


¿CÓMO SE PRODUJO DESDE QUE ERA NIÑO(A)?
En la mayoría de los casos los individuos poseedores de personalidades normales, desde su nacimiento tienden a presentar un patrón de reacción cuyas características son: tendencia a la placidez, a ser regulares en sus hábitos, a tener buen apetito, sueño tranquilo, salud, facilidad para la risa y la relación gratificante con sus padres, se desarrollaron en medio de hogares donde, a pesar de conflictos circunstanciales, prima la relación de amor, la estabilidad, la satisfacción de las necesidades básicas, la actitud protectora y permisiva, donde se le facilita la exploración del medio sin muchas prohibiciones ni sobreprotección.

Estas personas presentan las siguientes características generales:
1) Una gran capacidad para adaptarse a las exigencias de la realidad, esto es posible gracias, por una parte a la facilidad para percibir el mundo exterior con el mínimo de desfiguración catatímica (o sea, no muestra posturas extrañas, inmovilidad, actividad motora excesiva) y, por la otra, a una gran flexibilidad y fluidez de la conducta.
2) Habilidad para crear condiciones y establecer vínculos que sean gratificantes.
3) Gran resistencia para soportar las situaciones de tensión, son capaces de mantenerse estables aún en condiciones muy adversas.
4) Sienten que ellos están bien y esto es confirmado por las personas que los conocen.
5) Perciben el mundo como un todo armónico donde los opuestos se contrarrestan, y a pesar de todos los sinsabores hay lugar al disfrute y al goce.


Personalidades Patológicas: En un caso extremo se pueden dar las condiciones opuestas a las personalidades normales. Desde el nacimiento los niños presentan un patrón de reacción intranquilo, irritable, irregular en sus hábitos, enfermizo y desagradable en su trato; crecen en hogares donde la pauta es el conflicto, la agresión, la falta de amor o el amor condicional; son víctimas de maltratos frecuentes o sobreprotecciones limitantes; tienen que pelear, competir, manipular o aislarse para sobrevivir; las normas son muy severas o muy variables, existen contradicciones, hay poca estabilidad en los comportamientos y muy poca confianza entre los miembros de la familia.

En condiciones así el niño se formará la idea de que no es aceptado, ni querido, motivo por el cual sentirá que él está mal y el mundo es hostil; tenderá a percibir el lado negativo de las cosas, lo cual reforzará sus convicciones y en situaciones placenteras dudará, a la espera de que en cualquier momento se manifieste “lo malo”. Tendrá la tendencia a ser sumiso o rebelde y a establecer relaciones conflictivas donde la pauta sea la desconfianza, la agresión y la manipulación, así crea las condiciones para la perpetuación de los problemas y el malestar. Debido a todo esto dudará acerca de sus capacidades y se defenderá de muy diversas formas, pero en general, sentirá la crítica como una agresión y se cerrará ante ella; no podrá autoevaluar objetivamente su conducta y esto le dificultará cambiar, tenderá entonces a ser rígido y a proyectar sobre los demás sus errores, todo lo cual lo hará frágil ante las situaciones de estrés.
Primera parte del programa radial Espiritualidad, familia y adicciones del 10-10-2013, puede descargar y escuchar el programa completo desde el enlace PROGRAMA RADIAL.

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